sábado, 2 de febrero de 2008

Too much flesh (demasiada carne), Pascal Arnold, 2000.


DVD R4
Inglés, con subtítulos al español. 110 Minutos.
Video Digital a 35mm
Extras: ninguno.
Distribución: Mixup Botadero.

Durante algunos de los últimos años permaneció la versión importada de esta película en la sección correspondiente de los anaqueles de Mixup Plaza Galerías. Nadie la compraba y llamó siempre mi atención aunque con ese nombre francamente me ponía a dudar. Leía la sinopsis una y otra vez, y si la presencia de Elodie Bouchez de vez en cuando me animaba siempre la dejaba yo en el anaquel. Con ese nombre y la tendencia francesa de estrenar pornografía explícita en las salas locales había un abismo de por medio entre ella y yo, si bien nunca he ignorado que no soy una perita en dulce.

Entrando enero, en esa misma tienda habilitaron un botadero con las ofertas desde 49 hasta 99 pesos mejicanos. Mucho cine de autor y entre ellos Demasiada carne. Ahora sí, pensé, por fin descubriré que onda con esta movie y si resulta lo que siempre pensé, no habre perdido tanto. Y no perdí aunque tampoco me lamente por no haberla adquirido hace tres años al estrambótico precio de $ 349.00. Demasiada Carne es una película extraña. Con una luz bastante atractiva y un tono naturalista inesperado e inusual para un filme rodado al interior de Illinois.

Un detalle que me cayó de extraño es la explotacion de Elodie Bouchez como el estereotipo de la mujer francesa: una mujer intelectual y siempre en busca de sexo, muy proclive a la exploración formal de la promiscuidad y sinónimo de acostón de órdago. No obstante, durante el desarrollo del filme cobro conciencia que es un estereotipo que al final de cuentas esta muy vivo y con especial intensidad en las periferias de distintas provincias. Pero sobre todo advierto que es un filme donde se agolpan un puñado de situaciones sino difíciles al menos sí, poco usuales. A cuadro, el fundamentalismo religioso y el puritanismo sexual por una parte, y por otra la xenofobia y la homosexualidad latente. Detrás de cámaras, la pretensión autoral, la militancia dentro de grupos vanguardistas y la presencia icónica de los mitos del cine independiente.

No obstante la incongruencia mayor, la que raya en el mal chiste se conforma con la anécdota sobre la que se construye el filme: años atrás un joven fue señalado por su novia, durante un rapto de inexplicable locura, de poseer un pene tan grande que hacía daño, por lo cual la población femenina del condado lo marginó y le obligó a vivir en celibato durante 20 años, incluso durante su matrimonio.

Si como dicen, importa más cómo se dicen las cosas que lo que en sí se dice, la película en cierta forma se salva, si bien tiende a la confusión, a lo inverosímil y a todo aquello que nos hace experimentar un asunto que no cuaja, pero que en el camino se va tejiendo una serie de reflexiones que tampoco se puede decir que apuntan hacia ninguna parte. Quede entonces como un extraño ejemplo de lo que puede hacer un actor cuando decide ponerse detrás de cámaras y en lo único que de cierto acierta, es en no autoasignarse el rol protagónico.

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